18/6/24

Tiempos de revancha


 

Mientras leés este correo, 16 personas siguen presas por participar de una manifestación. Una de las agendas más importantes de este gobierno sea anular la calle. Lo hizo ni bien asumió tratando de impedir la marcha del 20 de diciembre y después de varias jornadas masivas en las que tuvo que esconder la impotencia del protocolo de la ministra Patricia Bullrich, decidió mostrar “poder de fuego” y desatar una cacería que terminó con más de 30 personas detenidas mientras el Senado votaba la ley Bases

Con políticas así, intentan imponer que existe un acuerdo mayoritario con criminalizar a cualquier persona que proteste, pero apoyar una opción electoral no equivale a respaldar que una estudiante, una profesora o un vendedor de empanadas estén presos y con causas judiciales por movilizarse para defender sus derechos. Hoy volvemos a reclamar por su libertad porque manifestarse no es un delito.

Con R de revancha

Con aires de festejo el gobierno nacional anunció la disolución definitiva del exministerio de Mujeres, Géneros y Diversidades, luego de haberlo degradado a subsecretaría de Protección contra la Violencia de Género. El gobierno dice que busca alcanzar mayor eficiencia aunque los despidos y el desfinanciamiento vacían áreas sensibles, como la línea 137 y la línea 144, que brindan asistencia a víctimas de violencia machista. 

La motivación de esta agenda destructiva tiene menos que ver con el ajuste fiscal que con el revanchismo, una marca registrada de las narrativas reaccionarias que el gobierno de Javier Milei copia de otras latitudes con buenos resultados hasta ahora. La socióloga Eva Illouz habla en su libro La vida emocional del populismo (Katz Editores) del “privilegio agraviado”, que describe como una “herida que sienten los grupos que reclaman el privilegio perdido o denuncian el privilegio de otros”. Creo que lo que pasa con la reacción antifeminista en Argentina tiene bastante que ver con eso. ¿Quiénes son los privilegiados? Cualquier persona (especialmente mujeres) beneficiaria de un programa social, que recibe asistencia por atravesar una situación de violencia de género o accede a una moratoria jubilatoria está siendo privilegiada, aunque en la realidad ninguna de esas políticas públicas alcancen siquiera a paliar desigualdades estructurales ni implican privar a otra persona de sus derechos.

De todas formas, creo que no hay que poner un signo igual entre el rechazo a determinados discursos o políticas de gobiernos más o menos neoliberales (más o menos progresistas) con la consolidación de sentidos comunes reaccionarios. En todo caso, se trata de una disputa abierta y, como en otras oportunidades, lo que inclina la balanza no es la tutela estatal o el signo del gobierno que establece diálogos con los sectores a los que quiere dirigirse (para atraerlos, consolidarlos o neutralizarlos). Dicho de otra forma, ni Alberto Fernández le puso fin al patriarcado ni Javier Milei le puso fin al movimiento feminista. Todo lo que está en el medio sigue en discusión y el final de esta historia no se escribe en ninguna oficina.

El fin de la historia, la diabla y la velocidad del mundo

En Lo mejor está por venir de Nanni Moretti, una productora coreana le dice a Giovanni (alter ego de Moretti) que su película habla del final de todas las cosas. Y es un poco así pero esta no es una historia sobre regodearse en el escepticismo. Giovanni intenta filmar una película sobre la sección “Antonio Gramsci” del Partido Comunista Italiano en los años 1950, que organiza la visita de un circo húngaro cuando estalla la revolución contra la burocracia estalinista en ese país, y sus militantes se debaten entre apoyar al pueblo de Hungría o respetar la política oficial de apoyo a la Unión Soviética. En paralelo, su esposa (que ya no quiere serlo) e histórica productora está trabajando en una película hollywoodense y entre ambas producciones se ven muchas de las tensiones de la industria audiovisual: el poder de las plataformas, las discusiones estéticas y políticas, los negocios, la cultura y las historias que cuenta el cine. 

Entre la realidad y la ficción, la película elige que ese tono de “final de todo”, de hastío con las películas reducidas a “productos que se ven en 190 países” y de frustración con la vida contemporánea no sea una invitación a resignarse. Al contrario, Moretti propone cambiar la historia. En la película, Giovanni escribe otro final para sus personajes y cambiando el pasado invita a pensar el presente y el futuro. En la vida real, las cosas son más complicadas pero a la vez más poderosas, somos nuestros propios guionistas y siempre es momento de reescribir lo que está pasando y sobre todo lo que va a pasar. En una entrevista, Moretti dijo: “frente a las crisis, persisto y subo la apuesta”. Me parece una invitación perfecta, cuando parece que solo nos queda elegir entre poco y nada, a discutir todo para cambiar todo. 

Treinta y cinco años después de su estreno, vi She-Devil (La diabla) de Susan Seidelman (gracias, Frame Fatale). Roseanne Barr interpreta a Ruth, una esposa despechada cuyo marido entabla un romance con la escritora de literatura rosa Mary Fisher (Meryl Streep). Es una comedia que empieza como una historia de venganza, y a medida que Ruth tacha los objetivos en su lista la película habla sobre la familia, el amor, el dinero y el trabajo. En ese último punto, Seidelman tiene más para decir que varias corrientes feministas que ignoraron durante décadas el entrelazamiento de la clase, la raza y el género en el capitalismo. Luego de una serie de acontecimientos, Ruth crea un agencia de trabajo que emplea a madres solteras, mujeres negras, asiáticas y migrantes porque sabe que la “igualdad de oportunidades” es una ficción para la mayoría de ellas. Sin spoilers, algo que me gusta mucho de la historia es que Ruth inicia su camino sola y termina fundida en una multitud de mujeres. 

“Soy lenta como el mundo, y muy paciente, girando a través de mi tiempo, los soles y las estrellas me observan con atención” es la primera frase del poema “Tres mujeres”. Sylvia Plath lo pensó como un texto que escribió pensado para ser leído en voz alta (y lo hizo en un programa de radio de la BBC en 1962). Podés leer esta versión del poema en Sylvia Plath. Una ternura que no cansa (Llantén), con traducción de la poeta Paulina Vinderman. Leerla en castellano rioplantese más de 60 años después de su publicación puede ser una pequeña revancha poética, y un poco robarle tiempo a este mundo que gira demasiado rápido y no nos observa con atención.

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