Para escribir una poesía
que no sea política
debo escuchar a los pájaros
Pero para escuchar a los pájaros
hace falta que cese el bombardeo
(“Hacia ningún lado”, traducción de Alí Calderón)
Las estrofas pertenecen al poeta palestino Marwan Makhoul y resumen en muy pocas palabras la respuesta a las variaciones del reclamo “me caés mejor cuando hablás de feminismos, sufragistas y cultura pop”. Aunque casi nunca se trata solamente de eso, respondería lo mismo: cuando vuelvan a escucharse los pájaros.
Es cada vez más difícil cerrar los ojos y no pensar en la hambruna en Gaza y la ocupación del Estado de Israel. Organismos de derechos humanos israelíes como B’Tselem ya hablan de “nuestro genocidio”, ningún eufemismo alcanza. Crece el repudio internacional. La barbarie queda en evidencia, incluso para quienes guardaron silencio durante demasiado tiempo.
En realidad, no existe conflicto de agendas entre los feminismos y la denuncia del genocidio en Gaza. Todo lo contrario. El Movimiento Mujeres de Palestina – Alkaram, una organización de palestinas en la diáspora, hizo un llamado urgente a las feministas en todo el mundo: “¡La lucha por Palestina es una lucha feminista! No nos fallen”. Las mujeres componen el mayor grupo de víctimas mortales en Gaza (el 70 % junto con niños y niñas), 60 mil embarazadas viven en pésimas condiciones bajo la ocupación con hambre, malnutrición y acceso inadecuado a la salud. Eso sin contar las tragedias cotidianas que suelen ignorarse como menstruar sin agua potable, toallas sanitarias ni tampones (muchas toman noretisterona para evitar la menstruación, con consecuencias para su salud). Pero por sobre todas las cosas, lo que nos une a las palestinas es la lucha por la libertad y contra la opresión. Nuestra solidaridad es con ellas y su pueblo, nunca con estados colonizadores ni ejércitos invasores que disparan contra alguien que espera un plato de comida.
En Argentina intelectuales y artistas impulsan la declaración Gaza, antes de que sea demasiado tarde (podés sumar tu firma acá) y el 9 de agosto volvemos a marchar en muchas ciudades del país. Ojalá nos encontremos ahí.
Ni señora ni señorita
Hace unas semanas, HBO estrenó el documental Dear Ms: A Revolution in Print (algo así como Estimada Ms.: una revolución impresa). El 20 de diciembre de 1971 salió a la calle el número de prueba de la revista Ms.; un presentador de noticias popular de la época, Harry Reasoner, se burló, les pronosticó el fracaso y dijo que en seis meses se les acabarían los temas. La revista agotó los 300 mil ejemplares que había distribuido y se publica hasta el día de hoy (Reasoner reconoció unos años después que se había equivocado). Ese primer número nació de la idea de una periodista que escribía en revistas femeninas (que no leía, como otras periodistas) y creía que no existía todavía una publicación que mostrara el mundo como lo vivían las mujeres. Esa periodista era Gloria Steinem, la idea se le ocurrió cuando fue a cubrir una de las primeras reuniones del movimiento feminista a inicios de la década de 1970 en Nueva York. Gloria cuenta que sentía que los testimonios de esas mujeres contaban su propia vida, algo que le pasó a muchas que empezaron a organizarse para nombrar al que Betty Friedan había llamado el malestar sin nombre unos años antes. (A propósito, la dupla Steinem-Friedan tiene mucho que ver con el nombre de esta newsletter.)
El documental cuenta algo del camino de la publicación que desde el comienzo quiso ser una revista “para todas las mujeres”. De ahí su nombre Ms., que en inglés es una forma de referirse a una mujer cuando no conocés su estado civil o es irrelevante. Ni señora (Mrs.) ni señorita (Miss). De las cosas que más me gustaron: la ambición y la heterogeneidad de Ms. decía algo de muchos grupos feministas que querían convencer y transformar no solamente su realidad sino la de la mayoría de las mujeres. Escribían sobre aborto, trabajo, racismo, amas de casa, familia, lesbianismo, orgasmos, fueron una de las primeras casas del debate a favor y en contra de la pornografía, le pusieron nombre al acoso sexual y hablaron abiertamente de violencia machista. La revista recibía miles de cartas de mujeres de todo el país, las lectoras que la habían estado esperando sin saberlo, pero nada de ese reconocimiento anuló críticas o debates y el documental muestra bastante de eso.
La crítica al universalismo de las feministas blancas está muy presente, desde la amargura de las escritoras negras que leían y publicaban en Ms. pero no se sentían iguales en las páginas ni en las reuniones de comité editorial hasta el diálogo descarnado que intentaban feministas negras como Dorothy Pitman Hughes, cofundadora de la revista, amiga de Steinem e imagen icónica de ese momento feminista. “Cuando vamos juntas a algún lugar a ella [Gloria] la reciben con sexismo, en la mayoría de los casos, y a mí inmediatamente me reciben con racismo. Es muy difícil para mí hablar de forma directa a mis hermanas porque las mujeres blancas deben entender, deben saber que la hermandad es casi imposible entre nosotras hasta que comprendan que ustedes también contribuyen a que yo sea oprimida por ser una mujer negra”.
Lo que me dejó gusto a poco fue el recorte excesivo del contexto político, algo de lo que Ms. jamás renegó, más bien siempre se sintió parte y muchas veces protagonista, no por nada Gloria Steinem dice en una entrevista en la televisión: “no somos una revista, somos un movimiento político”. En un cameo de la acción callejera, la escuchamos como oradora y no como cronista: “este sistema inhumano de explotación solo cambiará si nosotras forzamos el cambio y lo hacemos juntas”. Si también te queda gusto a poco o tenés ganas de ver más después de Dear Ms: A Revolution in Print, buscá en Youtube Ella es hermosa cuando está enojada.
Rosario, Puerto Rico, Irlanda
Vi la charla de la historiadora Cristina Viano con la gente de Casa Marx Rosario sobre los rosariazos y la reconstrucción histórica a partir de imágenes, y me detuve en algo que dice Cristina sobre cómo se piensa la participación de las mujeres. Puede parecer una obviedad pero solemos pasar por alto que nuestra mirada sobre el pasado se construye en el presente y cuando ese presente se ve trastocado (por ejemplo, por los feminismos) aparecen preguntas nuevas o cambia la forma de preguntar y lo que preguntamos. Otras veces no advertimos que nuestra mirada y nuestras preguntas al pasado están formateadas por ideas sobre los momentos históricos. Pienso en las olas feministas (que no fueron globales aunque tuvieron impacto histórico e internacional, además de aportar debates valiosos), que a veces nos hacen preguntar de forma imprecisa y podemos pasar por alto la gran participación de las mujeres en acontecimientos como los rosariazos porque no tiene “agenda feminista” que -como menciona Cristina en la charla- se construyó más de cerca de los años 1980. Ser protagonistas y participar con “agenda colectiva” no solo no tiene un valor menor sino que es parte de la lucha emancipatoria y una parte muy importante.
Nada que ver con nada pero estuve escuchando el Tiny Desk de Bad Bunny, donde reversiona canciones de Debí tirar más fotos, un disco homenaje a Puerto Rico. No soy especialmente fan pero llegué por la curiosidad que me había generado “El apagón - Aquí vive gente”. En ese video hablaba de los apagones luego de la entrega de la electricidad de Puerto Rico a la empresa Luma Energy y la expulsión de pobladores y pobladoras de sus comunidades, sobre todo después de la sanción de la ley 60 con exenciones impositivas a los extranjeros que se mudan a la isla y la convierten en un patio de juego de estadounidenses ricos. En Debí tirar más fotos hay mucho más de eso, con ritmos tradicionales y referencias al orgullo puertorriqueño, como “Lo que le pasó a Hawaii” (un llamado a “no abandonar la bandera ni olvidar el lelolai” cuando avanza el neocolonialismo en forma de gentrificación y privatización), o en “La mudanza” (“aquí mataron gente por sacar la bandera. Por eso es que ahora yo la llevo donde quiera”). La “bandera azul clarito” prohibida durante muchos años se volvió un símbolo de resistencia y orgullo frente a Estados Unidos. No descubro nada si digo que las “nuevas canciones” son música para los oídos de una generación que tiene las movilizaciones de 2019, las protestas contra los apagones y la asfixia imperial como banda sonora. Los negocios siempre son parte de la ecuación, pero no creo que borren el diálogo entre los y las artistas y su público, mucho más complejo de lo que quisiera la industria musical.
Cuando escucho “aquí mataron gente por sacar la bandera” pienso en Constance Markievicz. En 1911 cuando el Rey George V del Reino Unido visitó Irlanda, Constance participó de las protestas, instaló una bandera que decía “Querida tierra aún no has sido conquistada” e intentó prender fuego el estandarte británico. Fue la primera de sus muchas entradas a la cárcel. No escribía canciones pero sí poemas, también era una excelente francotiradora. Cuenta la leyenda que cuando derrotaron el levantamiento de 1916, Constance besó su revólver antes de entregarlo a las autoridades. Hace un tiempo conté su historia acá.

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