En el episodio 4 de la serie Mrs. America, Gloria Steinem dice: “somos un movimiento político, no una hermandad”. Lo cito como si fuera una persona, aunque seguramente no sea textual. De hecho buscando algún rastro de esa idea, encontré este textual de Betty Friedan: “Esta no es una pelea de pareja, somos un movimiento político”. Steinem y Friedan eran dos dirigentes (a veces enfrentadas) del movimiento de liberación femenina en Estados Unidos.
Más allá de la ficción, me interesa lo de “somos un movimiento político”. Algo que me parece importante hoy, cuando el feminismo está marcado por una contradicción (me quedo corta). Nunca fue tan relevante y, a la vez, nunca fue tan utilizado como parte del discurso de la democracia con “igualdad de género” en las sociedades capitalistas, construidas sobre desigualdades que persisten y crecen. Ese feminismo no es incontestado, pero entre las visiones que lo cuestionan también se abonan visiones o ideologías que terminan despolitizando un movimiento, justamente, político.
Así empezaba la primera entrega de No somos una hermandad el 25 de agosto de 2020. Esta newsletter nació de charlas con mis compañeros y compañeras de El Círculo Rojo, un programa de radio que se fue transformando en una comunidad de ideas, conversaciones, artículos, algún libro e intercambios con acuerdos y diferencias. Hace poco “formalizamos” y ahora somos una comunidad con-todas-las-
Las otras feministas
En la década feminista que inauguró Ni Una Menos hubo debates intermitentes sobre las feministas de derecha. Siempre me interesó esta discusión porque es una mamushka de debates. En la campaña presidencial de Estados Unidos de 2016 (que ganó Donald Trump para sorpresa de casi todo el mundo), Hillary Clinton era “la candidata feminista” y críticas como las de Nancy Fraser (que sostenía que encarnaba el feminismo neoliberal) no eran tan populares. Ya en la era Trump, cuando referentes de nuevas y viejas derechas como Ivanka Trump o Marine Le Pen empezaron a utilizar discursos o imágenes feministas algunos sectores se apuraron a decir “de ninguna manera”. Como a mí me interesa el “es más complejo”, primero me preguntaría cuán diferente es esa utilización a la que hacen figuras como Hillary Clinton, “la candidata feminista”. O, más interesante todavía, ¿cuánto allanó la deriva neoliberal el camino con sus narrativas de empoderamiento pasteurizado y libre elección despojadas de cualquier crítica a la desigualdad de origen en el capitalismo?
Hoy, en épocas de reacción antifeminista, el debate reaparece con nuevas preguntas. De eso se trata Sin padre, sin marido y sin estado. Feministas de las nuevas derechas (Siglo XXI) de Melina Vázquez y Carolina Spataro. Algo muy interesante del libro es que no se limita a las figuras públicas sino que indaga en qué moviliza a las mujeres que se organizan en espacios liberales/libertarios, se definan o no feministas. Pasaron por El Círculo Rojo y conversamos sobre su libro. Acá pueden ver la charla completa.
Lo que más me interesó del libro fue conocer sus ideas y referentes, sobre todo de las más jóvenes que crecieron en la década feminista. En esas ideas y lecturas creo que está su “es más complejo”, diferentes a los discursos conservadores que más resuenan en La Libertad Avanza (aunque los espacios liberales no empiezan ni terminan ahí). Encuentro más contradicciones que confluencias entre las identidades liberales-libertarias actuales y los feminismos, sobre todo entre la dimensión colectiva de la lucha feminista y el individualismo o entre señalar problemas sistémicos en la “igualdad” en el capitalismo y el conflicto de mérito y oportunidades, por ejemplo. Varias de sus críticas a la estatización desafían sentidos comunes instalados por el feminismo institucionalizado, que también son discutidos por izquierda; sin embargo creo que el antikirchnerismo pesa más en muchas de sus construcciones.
Una de las preguntas que apareció en mi lectura es qué definía más esa extraña intersección, la potencia de un movimiento amplio y heterogéneo como el feminista (con muchísimos debates) o la extensión de las nuevas derechas. Yo me inclino por la primera, que creo que explica también la utilización que hacen (con diferentes signos) partidos políticos del establishment, gobiernos y hasta estados. Ellas responden que es más complejo y eso para mí es motivo suficiente para leerlas.
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