4/9/20

Los punteros de Dios

 

¿Cómo andan? ¿No sienten que 2020 se la pasaron esperando y de repente huele a 2021? Y cuando digo 2021, por supuesto, quiero decir elecciones. En la campaña 2019, los derechos de las mujeres se transformaron en tema obligado sobre el que toda candidata o candidato debió pronunciarse. Fue una de las consecuencias que dejó el movimiento por el aborto legal de 2018, que instaló su agenda con la fuerza de la calle en un territorio que le es esquivo. ¿Saben qué otra cosa dejó? El aterrizaje definitivo de “los evangélicos”.

 

A cualquier santo le rezan

Las comillas son porque el mundo evangélico es amplio y complejo. Al carecer de comando centralizado, como la Iglesia católica, “los evangélicos” contienen un sinfín de expresiones. Eso no impide que existan instituciones como la Alianza Cristiana de las Iglesias Evangélicas de la República Argentina (Aciera), que tejen lazos y renuevan alianzas con el poder político.

 

Después de su protagonismo en las marchas contra la legalización del derecho al aborto, se apuró la apuesta electoral del pañuelo celeste. En ese momento saltaron los punteros de Dios. Ni el pastor Rubén Proietti, ni el Papa Jorge Bergoglio dieron la bendición. Bergoglio fue directo: “en política es mejor tener una polifonía”. Hasta ahora, esa ha sido una fórmula efectiva para las jerarquías religiosas, con adeptos y representantes en la coalición oficialista y en la oposición de derecha. Y aunque existe un armado nacional evangélico que ya se reunió con la presidenta del PRO Patricia Bullrich, el espacio no es monolítico, incluyeperonistas de Perón y acepta trabajar en coordinación con el oficialismo.

 

En Aciera hay simpatías variadas y los pastores avanzan jugando a dos bandas. Así llegó Gastón Bruno a la Dirección General de Cultura y Educación de la Provincia de Buenos Aires (cuando gobernaba María Eugenia Vidal de Cambiemos). Y así consiguió la llave de la Subsecretaría de Culto del municipio de La Matanza Gabriel Ciulla (la copia se la hizo Verónica Magario antes de dejar la intendencia y asumir como vicegobernadora bonaerense del Frente de Todos).

 

En el envío anterior, hablé de los gestos “feministas” del gobierno. Esos gestos a veces molestan un poco, pero tampoco tanto. El gobierno tiene una política activa para acercar a diferentes instituciones religiosas, especialmente las cristianas (por la extensión de su prédica, claro). De la mano del ministro de Desarrollo Social, Daniel Arroyo, y la Mesa contra el Hambre llegó el pastor Bernardo Affranchino dispuesto a ser un puente. La relación continuó en el Comité de Emergencia Social, donde participa también Cáritas (de la Iglesia católica).

 

La Aciera desembarcó en Argentina armónica, una iniciativa de dos universidades nacionales y la fundación Educar para un mundo mejor (esta es su página y , ese es el Papa Francisco). La Gaceta Cristiana contó la semana pasada que la alianza evangélica “fue sumada” a “Argentina Armónica”, que hoy tiene apoyo e impulso oficiales del secretario de Relaciones Políticas y Parlamentarias de Jefatura de Gabinete, Fernando “Chino” Navarro, y la Secretaría de Asuntos Estratégicos de Presidencia de la Nación (a cargo de Gustavo Béliz). El objetivo es construir “políticas de Estado y acuerdos amplios”. ¿Qué hace un pastor decidiendo políticas de Estado?

 

Podés hacerte la misma pregunta sobre el programaCristianos a ayudar en Chaco, donde el gobernador Jorge Capitanich incluyó directamente a las iglesias evangélicas en una política del ministerio de Salud. ¿Y este convenio firmado entre Desarrollo Social y Aciera para distribuir alimentos en barrios del Gran Córdoba?

 

La verdad es que no existe ningún motivo para que curas y pastores opinen sobre políticas públicas (ni alimentarias, ni sanitarias ni educativas). No se trata de libertad de culto o práctica de la fe religiosa. Son lugares de poder otorgados por las clases dominantes, una especie de tercerización de la contención social, un rol que ya no consigue cumplir solo el Estado (diezmado por décadas de desfinanciamiento neoliberal y cascoteado por crisis políticas recurrentes). No lo digo yo, lo dice el secretario de Relaciones Políticas y Parlamentarias “Chino” Navarro: “son el capital social que desde el Gobierno debemos empoderar porque es el único instrumento que tenemos en esas barriadas”. Este reconocimiento aparece como la explicación “realista” de por qué permiten que ganen influencia sectores religiosos, que más tarde o más temprano funcionan como base de movimientos reaccionarios y formaciones políticas de derecha.

 

No sé cómo lo leen ustedes, creo que la pregunta más importante es, ¿cómo se traducirá ese empoderamiento de las instituciones religiosas en lugares donde se deciden políticas públicas? ¿No usarán su nueva influencia como lo hicieron las Iglesias en 2010 (cuando se opusieron al matrimonio igualitario) y en 2018 (cuando se opusieron aborto legal), no volverán a agitar el “fin de la familia” y sembrar discursos de odio? No encuentro otra respuesta que sí. Y la intervención política de estos sectores en nuestro continente no cuenta con ejemplos que lo desmientan.

 

Por eso, siempre, Iglesias y Estado, asunto separado.

 

Louise Michel

Desde el 18 de agosto hay un barco que navega desde el norte de África hasta Europa. Se llama Louise Michel, como la dirigente de la Comuna de París, y es comandado por la capitana Pia Klemp. Su misión es rescatar migrantes que arriesgan su vida para huir de una realidad desesperante. La idea y la plata las puso el artista urbano Banksy. Podríamos charlar mil cosas sobre esto, por ahora me quedo con la inspiración: Louise Michel. La que arrojó mi advertencia favorita: “Cuidado con las mujeres cuando se sienten asqueadas de todo lo que las rodea y se sublevan contra el viejo mundo. Ese día nacerá el nuevo mundo”.

 

Poesía, amistad y todo lo demás también

Esta semana se publicó un informe oficial sobre cuidados y su peso en la economía argentina. Visibiliza un trabajo invisible y eso es importante (el tema es, ¿qué hacemos?) Pero nada que ver. Doy vuelta la frase de Pugliese, el ministro de Economía de Raúl Alfonsín y si me hablan con el bolsillo les respondo con el corazón. Robin Myers tiene un poema que se llama “Poema para mí como madre soltera”, lo recita ella misma acá en inglés y Julieta Venegas en castellano. Myers es una poeta y traductora estadounidense que, hasta donde sé, vive en la Ciudad de México. Muchas cosas cotidianas están presentes en su obra.

 

Hace un tiempo, Tamara Tenenbaum escribió sobre la amistad femenina en la literatura. Ahí menciona una de mis sagas favoritas, Dos amigas de Elena Ferrante (tiene una adaptación como miniserie con una de esas intros que no te salteás nunca). Me gusta porque Lila y Lenu son “la amiga” de forma intercambiable. La historia no es rara, sobresale porque la protagonista es la amistad, una relación bastante desplazada por el amor romántico en las producciones culturales. Quizás, alguien por acá escuchó el programa de radio El Círculo Rojo donde hablamos de esto (si me aceptan el aviso, ahí encuentran otras recomendaciones).

 

No fue siempre así. Hasta el siglo XIX, estaba re legalizado que las mujeres tuvieran amigas románticas. Era tan así que en un juicio por calumnias en Edimburgo en 1811, la defensa de Jane Pirie y Marianne Woods, le pidió a la parte acusadora que respondiera esta pregunta: “¿Las ha visto alguna vez besándose, acariciándose y palpándose más de lo que se hace naturalmente en una amistad femenina?”. La historia completa se lee en Señoras que se empotraron hace mucho, un libro de Cristina Doménech que nació de sus hilos en twitter.


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